¿A quién le importa la privacidad?

Privacidad

Tengo que confesar una cosa.

Cuando empecé a escuchar todos estos conceptos de la famosa «nube» (los datos en un servidor, conectividad total, etc), lo primero que me vino a la cabeza fue ¿y cómo van a conseguir que la gente (y sobre todo las empresas) den sus datos tan alegremente y los alojen en, por ejemplo, Canada? Ideas como el Chromebook de Google, que apenas parecían una locura, de repente son los dispositivos que más suben en ventas en el último año.  Reconozcámoslo: el cloud computing ha llegado para quedarse.

Sin embargo, este nuevo escenario no está exento de problemas. Todos estos sistemas en la nube se basan en un principio claro: la confianza. Los usuarios confían en que dejan un fichero en Dropbox o en OneDrive y aparecerá en todos los sitios donde lo tienen sincronizado. Confían en que nadie lee sus correos (aunque parece que no importa que lo haga algún algoritmo para mejorar la publicidad). Confía, igual que cuando enciende su ordenador confía en que sus ficheros estén ahí. Pero a veces la confianza se rompe.

Hace poco hemos visto un ejemplo claro. Microsoft sufre la filtración de varias versiones de sus sistemas operativos antes de que salieran a la venta. Tras una investigación, identificaron al autor de las filtraciones, un exempleado, llamado Alex Kibkalo y al que recibió la filtración. Hasta aquí, nada fuera de lo habitual. Sin embargo, lo peculiar de esta historia es la forma en la que Microsoft obtuvo las pruebas: revisando las cuentas de Hotmail y las conversaciones del bloger francés.

Por supuesto, todo perfectamente legal. Según los términos y condiciones de privacidad de Microsoft, “Podemos obtener acceso o divulgar su información personal, incluido el contenido de sus comunicaciones con el fin de… proteger los derechos o propiedades de Microsoft.”.  Sin embargo esto no ha evitado que salte una nueva polémica con una protagonista cada vez más denostada en el ámbito tecnológico: la privacidad. En esta ocasión, Microsoft ha estado atenta y ha modificado sus términos para garantizar que únicamente accederán a los datos privados tras solicitarlo por vía judicial.

Estas políticas no son exclusivas de Microsoft. Yahoo, Apple o Google se reservan el mismo derecho. Todas ellas aplican el mismo principio, y los usuarios, víctimas de la pereza  a la hora de leer lo que firmamos en estos servicios, depositamos nuestra confianza en ellos con la esperanza de que no nos fallen.

El cloud computing, la movilidad, son aspectos de los que hacemos uso todos los días y que, hace unos años, parecían simplemente magia. Sin embargo, como todo habitante del mundo de los cuentos de hadas sabe, la magia tiene un precio. Entregamos nuestra información a los proveedores de cloud con la esperanza de que respeten nuestra privacidad, de la misma forma que lo haríamos si estuvieran en nuestra poder. Y eso no tiene porqué ser así. La privacidad no suele tener cabida en este tipo de acuerdos.

Parafraseando el famoso proverbio árabe, somos dueños de lo que guardamos en local (más o menos), y esclavos de lo que subimos a la nube.

Borja Sanz
Acerca de
Investigador de S3lab
Expertise: Malware, Artifical Intelligence, Mobile Security, Android