Ya tenemos aquí el nuevo dulce de Google, Android L (Android Lollipop). Si analizamos la lista de mejoras que incluyen en su nueva versión (EN), vemos que se han esforzado en mejorar su sistema, muchas nuevas opciones interesantes, incluyendo un nuevo enfoque de seguridad que como ellos mismos indican le proporciona a su nuevo caramelito un recubrimiento de kevlar (EN).
Entre estas mejoras, vemos una funcionalidad que si bien ya se encontraba en nuestros dispositivos, parece que han mejorado sobremanera, o así lo están promocionando. La funcionalidad en cuestión es la de desbloqueo facial. En cuanto a la promoción, como decíamos es una funcionalidad que lleva entre nosotros desde Androd 4.0 (recordemos que la nueva versión, Android Lollipop, es la 5.0), que si bien desde sus comienzos no ofrecía un resultado óptimo en cuanto a exactitud y velocidad fue evolucionando hasta convertirse en un sistema más o menos fiable y cómodo. A pesar de esa mejora, no parece que los usuarios hagan un uso extensivo de ella, puede que en una gran mayoría incluso por desconocimiento de su propia existencia. Pero, ¿por qué entonces ese interés en conseguir que esta funcionalidad de desbloqueo acabe triunfando? La primera respuesta es clara, es cómodo, es cada vez más fiable y es algo diferente.
Comienza la teoría conspiratoria
«Todo lo que lea a continuación es una mera opinión personal que puede no tener ningún parecido con la realidad, o sí, el tiempo dirá.»
Pero hoy estamos en modo conspiración, con lo que voy a soltar la primera teoría: Google quiere tu cara. Ya llevan tiempo intentando identificar a los usuarios a través del etiquetado de fotos en redes sociales, pero esto es si cabe más directo.
Entonces, el gigante de Mountain View quiere tu cara, quiere conocer cómo eres. Pero no puedo quedarme ahí claro, entremos en detalle. A día de hoy ya tienen información suficiente para generar perfiles de sus usuarios, conocer nuestros gustos y necesidades, identificar nuestros patrones de movimiento dentro de la ciudad e incluso, recientemente, nuestro estado físico y, seguro próximamente, nuestro estado de salud al estilo iHealth de Apple. Todo esto lo relacionan con una cuenta de usuario (ahora mismo una dirección de correo), pero, ¿por qué no directamente asociarlo a un usuario físico? Venga, pues nada más identificativo que una cara. Ya tenemos enlazado nuestro perfil completo, todos los datos que han recopilado sobre nosotros, con nuestra propia cara.
A partir de aquí, se puede pensar en cientos y cientos de aplicaciones ante el mundo de posibilidades que se le abren a Google. Yo voy a la más fácil de todas ellas, uno de los principales motores de su facturación: la publicidad. Imaginemos que entramos en un centro comercial, patrocinado por Google, con dispositivos de visión (cámaras) y paneles de publicidad dinámicos controlados por ellos mismos. A través de este sistema se podría modificar en tiempo real lo ofertado a los clientes del recinto, aumentando el impacto de lo publicitado e incrementando por tanto considerablemente el caché de dichos emplazamientos. ¿Alguien se ha acordado de Tom Cruise paseando por un centro comercial en Minority Report?
Como decía desde el principio esto no es más que una mera opinión personal (fruto de un estado de paranoia que se pasará en cuanto tome mi segundo café así que no hay que preocuparse), pero ¿está tan alejada de la realidad? Tampoco digo que el futuro Adblock Plus incluya un paquete de gorra y gafas oscuras para salir a la calle, lo que sí puedo confirmarte es que: ahora quieren tu cara.