Me parece que se me había pasado comentaros pero…
Qué bonito es el internet de las cosas, Internet of Things (IOT) como dicen los angloparlantes, todo está conectado. Dicho así, la verdad es que la idea está muy bien: Inteligencia Ambiental.
El problema es que de la misma forma en la que tú conectas tu nuevo smartwatch con el frigorífico para que te avise de que te queda poca leche para que vayas al supermercado a comprar, cualquier ávido hacker puede hacer eso y mucho más con un simple virus. Antes el control se conseguía en los ordenadores, posteriormente vinieron los terminales móviles, pero es que ahora se puede llegar a hackear casi cualquier cosa que nos rodea.
La razón principal en la que se escuda la mayor parte de las personas que impulsan el internet de las cosas para defenderse de estas afirmaciones, es que normalmente las empresas que implementan este tipo de dispositivos no pueden prestar excesiva atención a la seguridad y que necesitan mantener los costes bajos para seguir produciendo. Aunque eso sea cierto de algún modo, esto no impide en ningún caso que finalmente varios virus, muchas veces bastante básicos, comiencen a multiplicarse por la red para infectar estas “cosas” vulnerables. Uno de los casos más sonados fue el de una red de envío de spam con más de 100.000 bots, en los que como mínimo el 25% no eran ni ordenadores ni móviles, sino neveras.
Aunque parezca algo descabellado, cada uno de esos aparatos inteligentes tiene la capacidad de realizar muchísimas acciones aparte de para las cuales había sido programado, simplemente por el hecho de disponer de una conexión a Internet y de un procesador.
Esperemos que entre todos consigamos proporcionar, de algún modo, un punto más de seguridad en este campo y así hacer que realmente sea un solución y no un quebradero de cabeza por sus virus. Hasta entonces, yo me lo pensaría un par de veces antes de inundar el mundo de aparatos inteligentes en los que, sin lugar a duda, la seguridad no es lo que prima.
El que avisa no es traidor.