A la caza del trol en la red

Keep calm and don’t feed the trollEn estos últimos años, la red de redes o Internet se ha convertido en un espacio más sociable donde todos podemos aportar nuestro pequeño granito de arena en forma de contribuciones u opiniones para el resto de internautas, ya sea mediante texto, video, imagen, etc.

En esta nueva manera de percibir Internet, como medio para compartir nuestra información, existe una gran variedad no solo del propio contenido, sino también de los usuarios que lo publican. Podemos compartir una simple imagen graciosa con una persona alojada en Australia o comentar el video publicado por un camerunés mostrando sus aptitudes futbolísticas. Esta conversión de la red hacia un espacio más sociable surge con la aparición de la denominada Web 2.0.

En sus inicios, Internet había sido pensado para el trabajo y para las personas con ciertas nociones de informática. Con la Web 2.0, pasa a convertirse en un lugar atractivo para los usuarios, pudiendo intercambiar libremente contenidos de manera más transparente. Es participativa, colaborativa, dinámica y en ella, los usuarios finales se convierten en actores activos, creando, opinando, participando, relacionándose y compartiendo información.

Pero todo tipo de evolución tiene ciertos riesgos implícitos, en este caso el auge en la red de un viejo conocido: el usuario trol. La primera definición sobre la palabra trol a la que podemos acudir es la citada en la Real Academia Española: «Según la mitología escandinava, monstruo maligno que habita en bosques o grutas». Inmediatamente, esta definición nos lleva a la mente una serie de figuras trolescas que han aparecido en diversos momentos de nuestra vida: los 4 troles de la serie de dibujos animados David el Gnomo (Pot, Pat, Poopey y Holley), el famoso trol Hugo (conocido por aquel Telecupón presentado por Carmen Sevilla allá por 1992), así como los pequeños muñecos trol con sus locos peinados de diferentes colores.

¿Pero en qué momento aparece la palabra trol en el entorno informático? Nos deberíamos de remontar hasta la década de los 90, cuando aparece en la frase trolling for newbies (pescando novatos) en una serie de bromas gastadas por los veteranos en el grupo Usenet, alt.folklore.urban (A. F. U.). Este uso de la palabra trol sembró un precedente y empezó a usarse el término en Internet. Los troles son parte de una subcultura en crecimiento, con una moralidad fluida y un desprecio por casi todo el mundo que se encuentran a su paso. Su comportamiento es básico: se dedican a divertirse y entretenerse dañando a la comunidad o a otras personas, buscando la atención y la venganza. Y como no, esta “clase” de usuarios lleva consigo una jerga acorde a ellos. Todo usuario trol de vez en cuando “trolea” o hace trolling y también, porque no, flaming. El flaming lo podemos expresar como un mensaje provocador, hostil e incluso a veces desagradable.

En definitiva, aunque en ciertos momentos la aparición de los troles por la red puede llegar a ser jocosa o incluso entretenida, tenemos que tener en cuenta que su objetivo final siempre va a ser el mismo: “trolear” a las personas hasta sacarlas de quicio, interfiriendo en su plácida navegación y tiempo libre. Por ello, lanzamos un mensaje de esperanza para todos esos usuarios que alguna vez los hemos sufrido:

«Keep calm and don’t feed the troll»

Jorge de la Peña
Acerca de
Investigador de S3lab
Expertise: Natural Language Processing, Machine Learning, Robotics